domingo, 18 de julio de 2010

POETA NO MALDITO

Encontrarle fue adentrarme a un laberinto de espejos.
Él hablaba de extraños
que no ofrecían caramelos,

de pomos que resultaban fríos
si ella no abría las puertas,
de chicas de rimmel corrido
y cicatrices en las muñecas.
Por él aprendí a amar
a boxeadores abatidos,
a no quemarme solo
si las llamas son azules.
Me dijo que tocar el piano
es como las matemáticas
y no como montar en bicicleta,
que Praga
se encuentra a una distancia

que se mide con palabras

y se escribe con c.

Y que por encima de todo

hay que volar,
volar y escribir
incluso
con las yemas de los dedos.

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