martes, 25 de enero de 2011

BARRIO ROJO


Tu dedo índice me señala desafiante.

Yo soñé con el barrio rojo de Amsterdam

mucho antes de saber de su existencia.
Yo soñé que me exhibía en un escaparate,

que tenía el pelo largo y liso, y fotos
desnuda en un catálogo.

Soñé que me ad-mirabas

como a un animal enjaulado.

También deseabas alimentarme

como el resto de visitantes.

Tenías esa encrucijada en el cuerpo

entre el deseo y la compasión.
Follarme y salvarme

esas eran tus promesas ocultas.

Soñé que me vendías

porque las ideas también se venden, ya lo sabes.

-Ven conmigo y saborearás la libertad.-

No quiero. No me conformo con saborear.

Yo lamo. Muerdo. Y escupo.

Transformo todo lo que pasa por mi boca en algo más.

Nunca digas qué es mejor para mí.

Yo soñé que era libre antes de conocer mi propia existencia.




ESCRITO EN CONJUNTO CON MERY MALAYA

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Algo me protege/divide...

LUEGO


Cuando leo a Luis Alberto de Cuenca

encojo hasta casi desaparecer.

Cuando leo a Luis Alberto de Cuenca

me quedo sin palabras.




Era tarde para cambiar de profesión,
de amigos, de pareja, ya sabes

lo que son las hipotecas,
los bancos te vacían los bolsillos

y se quedan tan anchos. Mientras la gente
se muere de frío por la calle
y luego nos quejamos de que

la calefacción es lenta y se nos

enfrían los pies. Una pierna

infectada de gangrena se exhibe

en el tren por unas monedas

o algo de comer. Y luego

nos quejamos.

Analítica


Abandonar la escena del crimen

deprisa y corriendo
tiene sus consecuencias.

Me lo imagino, con el típico malestar
de después de botella y media de whisky.
La boca seca, la tripa agonizando,
la conciencia golpeando mecánicamente sus sienes.
Y poco a poco, la vergüenza, la inseguridad,
el miedo, sí, el miedo.

Atravesar el umbral y cerrar despacio,
por si las moscas. Bajar dos escalones
y darse cuenta del olvido
demasiado tarde.

Demasiado tarde.

domingo, 23 de enero de 2011

DES-GANA

Estoy empezando a hartarme de las
palabras-piedra de la historia interminable
de alimentar mis entrañas con sucedáneo de aire y sangre.

Estoy empezando a hartarme de las miradas de otros,
de las miradas de otras, de la palabra nosotros y derivadas.

Y no aguanto el balanceo de intenciones
de los que prometen a ojos cerrados,
a puerta cerrada, con la mano cerrada.

Me harté sobre todo de ir recogiéndote los hilos, tarado,
de que llames a mi puerta cuando me hago la loca
de que quieras quedarte, de que no puedas quedarte,
de tus ansias por permanecer.

Pergamino roto, mi tinta está seca de desidia,
mi pluma te destroza con facilidad.

Mi historia se escribe con lápices acuarelables.