viernes, 30 de octubre de 2009

Naturalidad

Me noto dispersa...
Entro en escena

de forma involuntaria:

un gesto, un balbuceo,

ese detalle...
La tensión se torna insoportable

y aquí no hay quien piense y hable.

Salvo mi ángel,
la guardiana de las palabras
sabe muy bien
en qué momento
ha de sacarlas a la luz.
Lo observa neutral,
lo vuelve natural
y me salva del naufragio.



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