viernes, 12 de marzo de 2010

INSOMNIO

Abrió los ojos en la oscuridad, el incesante goteo del grifo de la cocina no era precisamente una gran ayuda para combatir el insomnio. Palpó con cuidado el lado izquierdo de su cama, pero él no estaba. “El vuelo ha sido retrasado, no me esperes despierta .” Los malditos mensajes de texto eran más fríos que la nariz de un perro. Se levantó, cerró bien el grifo y encendió la tele; a esas horas sólo echaban porno barato, anuncios interminables o programas en los que una presentadora histérica promete un montón de dinero a quien llame y acierte la respuesta a cualquier pregunta estúpida del tipo “¿Qué fruta empieza por “m” y tiene tres “as”?”. Apagó la tele, tenía ganas de fumar, ya sabía que no era lo más recomendable en su estado, pero le apetecía. “Es mi premio por decir manzana.” Acto seguido se abrigó y salió a la calle, lo último que quería era que la casa oliera a tabaco. Y volver a discutir… Le quedaban dos caladas cuando el Alfa Romeo se detuvo frente al portal. Y ahí, de pie junto a una farola fundida, pudo ver cómo su marido, el impecable hombre de negocios, se la pegaba con una chica que, por cierto, se parecía a la presentadora.


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