Si me pegas pega fuerte,
que si no, no vale para nada.
Déjalo, ya lo hago yo, ¿ves? Así mejor.
Te crees que puedes controlarme.
Dices ser mi dueño, pero yo
no me pertenezco ni a mí misma.
No gastes tus fuerzas alzando tu puño,
golpeándole a la nada,
incapaz de soportarme la mirada.
Arranca de una vez la espina
que tienes atravesada y dímelo de nuevo,
dímelo, pero esta vez dímelo a la cara.
Dime que te he jodido la vida,
que toda la culpa es mía.
Luego vete y bebe,
grita, rompe y llora.
Que al día siguiente,
vendrás con un ramo de rosas,
-¿o serán bombones esta vez?-
Tu mejor sonrisa en la cara,
me cubrirás con tus besos
y aquí no ha pasado nada.
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