martes, 2 de octubre de 2012

Reflexiones sobre el 25-S y alrededores


Cuando las fuerzas de seguridad se convierten en fuerzas de represión  que protegen ladrones sólo porque vistan de traje y corbata y golpean a civiles sólo porque clamen justicia, cuando ellos sostienen las armas cargadas que apuntan a personas como tú y como yo, que tenemos las manos vacías, y tergiversan los hechos para acallar nuestro derechos, entonces, me asaltan las dudas.

La justicia siempre me ha traído de cabeza; el hecho de que se me considere un número y no una persona,
la impotencia de no estar en igualdad de condiciones...

Mis padres emigraron de su país para poder ofrecer un futuro mejor a sus hijas, trabajaron duro porque no querían que nosotras pasásemos por lo que ellos habían tenido que sufrir, hablo de una tierra en la que los pobres son muy pobres y los ricos son asquerosamente ricos. Allá donde gobierna la corrupción y las fuerzas de seguridad te miran al bolsillo y no a la cara, un lugar en el que si no tienes dinero y caes enfermo,
ahí te quedas; y la educación es casi inaccesible porque no interesa que la gente sepa, que la gente piense, que la gente hable y discuta y pida justicia.

Mis padres vinieron a España para poder alejarse de todo eso y por un tiempo lo consiguieron.
Y yo crecí aprendiendo a ser agradecida, a respetar y ser respetada, a que todos somos iguales pero diferentes y eso es lo que nos hace crecer.

Luego aprendí que la justicia no siempre tiene la razón y que hasta mi ex podía ser policía, lo cual es una idea bastante terrorífica. Me enseñaron a vivir por encima de mis posibilidades y a tener que pagar por ello
a costa de mi libertad, "esclavitud elegida" lo llaman: trabajar para ganar dinero con el que poder
pagar lo que me han vendido y no necesito, no tener tiempo, estar cansada, no hacer nada, no sentir nada,
detestar lo que me rodea, detestarme. Ver pasar los días como quien oye llover. Y ver que a mis sueños se les acerca la fecha de caducidad...

Resignarse: esa es la mayor derrota.

Hasta que un día mi cuerpo dijo basta.
Y me costó entenderlo pero fue la opción más sensata.
El mundo enteró se revolucionó, los títeres ardieron, las voces volaron, el río se hizo sangre y los leones se quedaron de piedra.



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