Cabezas de pescado...
Y una medusa muerta
flotando entre los barcos.
Agua salada
y putrefacción, hombres
sudando bajo el sol.
Ella no mira ni dice nada,
ella no sabe muy bien porqué
se levantó de madrugada
y se plantó en el embarcadero.
Quizás fue una corazonada,
quizás por cabezonería...
No lo sé, sólo sé
que no hay bien
que por mal no venga,
y que cuando llegó, el
no la pudo ver.
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