Llegó el momento. Sentadas una frente a la otra con los dardos sobre las piernas tanteamos el aire para no fallar. Para, no. Envueltas por una nube indivisible escupimos sustancias tóxicas. La piel se cae lentamente.
la temible criatura que te arrebataría el aliento si tuviese la oportunidad, que te arrancaría el sexo egoísta y premeditadamente, a ella no le importa la dulzura de tus ojos mentirosos, y sabe lo de las voces que oyes en la oscuridad, pero ella piensa con las vísceras y no conoce la luz, y no conoce el amor, y no se rige si quiera por la inmoralidad que tanto promulgas.
Hace días que me siguen los perros. Les oigo hablar en clave y olfatear mis huellas. El pequeño acecha en las esquinas, el más franco me apunta desde la ventana. Los perros, me siguen a todas horas. Les oigo apostar sobre los días que me quedan. Y se ríen con el pecho hinchado. A la huérfana apátrida se le acaban las historias.