No dije nada,
tan obediente como siempre,
tan calladita como querían.
Todos lo sabían.
Las miradas de los mayores
no eran más
que bofetadas de veracidad.
Sólo una cosa
fue más dolorosa
que las burlas de los niños.
Tan sólo su silencio...
que me mostró,
por primera vez, el material
del que estaba hecho.
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