por eso he de morderte siempre los párpados
y susurrarte palabras inventadas
mientras duermes,
palabras que codifican la musicalidad
de la ternura que generas
en mis pupilas.
Y cuando la histeria colectiva
de los pájaros cosmopolitas
resuena en tu ventana y
abres los ojos sin verme
no tengo más opción que
destensar las cuerdas
de esta torpe mandolina ahogada
que ordena mis sentimientos.
La luna
no nos ve
tras los cristales empañados.
.
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