Rasgo el sobre por el extremo y vierto la mitad,
me gusta ver cómo el café engulle el azúcar
arrastrándolo hasta el fondo, hasta el fondo.
Soy tan dulce... Y al mismo tiempo tan perjudicial
que siempre me guardan en lo más profundo,
ese lugar inalcanzable en el que a duras penas se puede respirar.
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